martes, 25 de noviembre de 2008

Nos conviene un cambio de dieta

En un libro de Mª José Roselló, una de las colaboradoras del programa Saber vivir, que vi hace poco (que no he leido, por cierto) decia en su introducción que el acto de comer es algo placentero y así debe serlo, desde que el ser humano es un recién nacido y se siente bien siendo alimentado por su madre con la que se siente seguro, hasta ser un acto social, que compartimos con otros seres y que disfrutamos haciéndolo.
Me gustó esa definición de comer. Para los científicos es puramente el acto de nutrirse y parece escasa esa definición si le restamos el placer.

Disfrutar con algo que sirve de alimento es normal, sea lo que sea, mientras disfrutes estarás haciendo lo correcto. Hasta cierto punto. El canibalismo se puede entender y justificar con esta premisa y sin embargo no nos comemos los unos a los otros. De hecho, creo que está prohibido. No obstante, cuando se trata de animales de otras especies, el asunto no está tan claro.

Yo si que lo tengo claro, me da igual comerme un animal humano que un animal no humano. Por eso, no como ninguno de los dos.

Gente con la que he hablado del asunto, me cuestionaba primero si es sano no comer carne, es decir, si desde el punto de vista nutricional era adecuado ese cambio de dieta. Cuando les justificabas este aspecto y quedaban conformes, preguntaban por el sabor, por el goce de comer algo sabroso. Mi respuesta es la siguiente: no disfruto comiendo carne. Me da asco, me repugna el simple olor. En mi casa hay ahora una pata de cerdo, jamón, y con solo acercarme y que me llegue el aroma que desprende se me revuelve el estómago. Hay olores que pueden gustarte mucho o aborrcerlos, como la gasolina, el barniz, la pintura... A mi el de la carne me repugna. Al principio, habia algunos guisos a los que mi madre les echaba carne que comia, aunque retirando la carne de mi plato. Esas comidas, me entraban con desgana, no las apuraba, no comía a gusto, disfrutando. Es asqueroso comer algo que te repugna. Sin embargo, una comida que se que no ha tocado ningún animal muerto, la disfruto muchísimo, hasta el punto que la deboro, la engullo muchas veces, la disfruto. Es plenamente saciante comer con gusto.

Por eso, saber que mis alimentos han sido criados, maltratados, atados, colgados, desollados, rajados y que han sufido un maltrato claro me supone todo lo contrario al disfrute, me produce verdadero asco.



Dejando a un lado el placer de comer, hay otros aspectos que no son tampoco agradables. Por ejemplo, contaminar. Es evidente que la contaminación de un coche es mala, puesto que suelta humo negro, que te intoxica y te mata pero, ¿y si te dijera que los excesos de carne contaminan más que todo el tráfico rodado?

Me dirias jilipollas. Pues no, es cierto. Y no lo digo yo, lo dice la FAO.

(Para saber que es y que hace esta entidad, lee aquí)

En este artículo de la BBC se extrae un resumen de los argumentos que sostiene esta institución:

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7602000/7602896.stm

Un extracto: "La gente no se da cuenta de que cambiando lo que hay en su plato podría lograrse un efecto mucho mayor"
Joyce D'Silva
Compassion in World Farming

Pronto cogeré la rutina de actualizar esto.

Un saludo!

1 comentario:

Unknown dijo...

No hagas demasiado caso a los que intentan convencernos de la inviabilidad de la dieta vegetariana, es muy cómod hacer lo que todos te dicen que hagas, pero afortunadamente ya no somos tan pocos los que decidimos cambiar nuestra dieta, ánimo por aquellos que acaban de descubrirla.
Besotes